Lo dejamos por imposible...

Lo dejamos por imposible...
...y nos mudamos a un edificio moderno.

¿Has cerrado la puerta del sótano? Desde aquí veo la casa, sí, pero no puedo decir si está cerrada. Aguarda ahí sentada y distráelos un poco, que no descubran el cadáver.

¡Para esto hemos quedado! ¡Carnaza de ojo vicioso! ¡Jes´s!

viernes, 11 de junio de 2010

Doble personalidad (microrrelato)

Definitivamente, me voy a hacer las ingles brasileñas. Luego solo se trata de hacerle ojitos, atraerle al cuarto de la fotocopiadora con la punta de la lengua asomando y, cuando esté bien cachonto, degollarlo con un filo roñoso. Así aprenderá a respetarme. Ya no me dirá más eso de: "Alfonsito, hijo, haga algo útil: tráigame un café", ni mucho menos aquello de: "Vaya mierda de yerno me ha caído". Carolina tiene razón. Me lo recordaba en la cama ayer, después de hacer el amor como perros rabiosos: Si alguien tiene que ser fuerte, ese tengo que ser yo. Además que yo soy un veterano aquí en el sanatorio, y él, como aquel que dice, acaba de llegar. Una crisis de ansiedad y ¡hala!, al manicomio. A mí me costó mis oposiciones, ¿qué se ha creído ese mamarracho? Además que Carolina, su mujer, me cuenta que lo de este hombre, este piernas, fue un braguetazo. Poco más o menos lo que puede ser lo mío con su hija. Con su hijita... Su hija pequeña, Sara, que aún va a la escuela pero tiene ya más experiencia amorosa que la mayor, mi cruz, Alvarita, que con eso de que su padre abusó sistemáticamente de ella nos tiene a Sandra y a mí totalmente agotados: se presenta a cualquier hora del día o de la noche, gimiendo, gritando, asustando a los niños, queriendo meterse en nuestra cama... Y un día está bien, de vez en cuando un trío con hermanas es estimulante; ¡pero todos los días...! Ya me decía mi psiquiatra que no me juntara con esta familia, que iría derechito del sanatorio a la prisión. Cuando ya, de un día para otro, tuve con Sandra los 5 hijos, aparte del de Sara, me dijo que la única solución para que llegara a vivir una vida normal era matarlos a todos, o dejar el juego. Pues yo, ni una cosa ni la otra: sigo con el rol del desastre de Alfonsito y monto otro avatar un poco más sano. De monja o así.

jueves, 10 de junio de 2010

Cuestión pendiente (microrrelato)

Cuando tenía dos años, me atravesaron con un hierro de parte a parte. Sangré. Me causaron mucho dolor sin razón alguna, pues yo era inocente (ya no lo soy, he oído demasiadas mentiras). Yo esperaba que me lo sacasen y me curaran; pero solo combatieron la hemorragia. Dejaron dentro el hierro. Durante estos años, lo han ido sustituyendo por otros de distinta forma y material. Han pasado cincuenta años, y sigo con el metal dentro de mí. Y el agujero se hace cada vez más grande y obsceno.
Por otro lado, sé, o creo saber, que tengo una hermana, aunque no sé cómo lo sé. A veces pienso en ella, y temo que corra la misma suerte que yo. Quizá ella piense en mí, y me compadezca sin conocerme. Así lo ansío sinceramente; tal vez para no sentirme tan sola.
En ocasiones creo verla en los espejos, pero sospecho, dado que es idéntica a mí pero con los rasgos simétricamente opuestos, que es un espejismo de mi ansiedad.
Lo peor es que, pues tal vez no exista, ni siquiera en la muerte estaremos juntas, mi hermana oreja y yo.

viernes, 4 de junio de 2010

Y le llaman amor... (microrrelato)

Tenían 16 años; él estudiaba mecánica y ella llevaba brackets. Se amaban locamente. Al año de conocerse, ella tenía ya los dientes perfectos y se quitó el aparato. Él perdió interés.